domingo, 14 de septiembre de 2008


Ermitaño en Babel

Cuando en la tarde ninguna voz
Atraviesa la muralla
Y pronuncia una palabra
Que me saque de mí

Da igual que si mi casa estuviera sembrada
En un risco
Más allá de los diez mil peldaños.

Ermitaño a mi pesar

En el desierto como en una plaza de mercado.
Recibo las noticias al atardecer

¿Dónde fueron a dar sueños
Que no sean sueños de objetos?

En el desierto como en una plaza de mercado.

Nuestras almas ajenas
Tropezando a ciegas
Una al lado de otra,
-Cada vez más lejos-

Nada hay que esperar
De esta deriva.

Cada cual da
Su propio valor a las palabras.

Babel es una torre
En las fronteras de un lenguaje perdido.

Jinete del Tao

Harto de nadar contra la corriente,
Contemplo su vastedad.

La corriente es el sentido.

Harto de hacer resistencia.
De imponer a toda costa mi deseo,
De falsificar las palabras.

Harto del pensamiento,

Me dejo llevar
Donde la corriente me lleve.

La corriente del tiempo.
Dibujos en las nubes.
Personas.
El trabajo de la sangre.

Soy esta caricia
Sobre un tejido sin fin.

La sabiduría estriba
en una cabalgadura sin contornos.

¿Se deja cambiar la vida en juego?

jueves, 11 de septiembre de 2008


Invitado de piedra al banquete de Platón

Al filo de cientos de páginas
Devoradas
Con el furor de un presidiario
Bordeo mundos paralelos.

Mis amigos son fantasmas
De fantasmas.

Escucho mujeres
con piel de adjetivo,
Que repiten el mismo diálogo
En la misma página.

Soy viajero
Extraviado sobre hipérboles,
Vagabundo de los verbos,

Invitado de piedra
En el banquete de Platón.

Habré cambiado por palabras
una vida intacta.

¿Que relato puede haber en el libro cerrado,
En el libro sin hojas?

¿Qué distancia separa
Fantasía y realidad
Si la frontera
Es un encordado de letras?

¿Donde habría llegado al paso de tortuga
Que ha mirado cada hito del sendero,
Cada punto,
Cada coma?

Judith

Al final de esta historia
La noche cae,
La niebla cae,
Cae el pensamiento
Sobre hechos relatados una y otra vez en desorden,
Como un rompecabezas
Que admite soluciones grotescas.

Por eso el temor de la noche.

En la oscuridad no sabes a quién tocas.
La amante se transforma,
Otra que quiere matar a su padre,
Sonríe con gesto desconocido,
Sobrepone viejos rencores,
Te envuelve delicadamente
Y dibuja el mapa de la venganza sobre tu pecho.

Por eso el temor de la noche.

La amante cuenta una historia
Mientras duermes,
Habla con tu cuerpo abandonado
Dando voz a tus respuestas.

En el sueño ves palabras que se ramifican,
Que se quiebran,
Que se incendian.

Sermón Eléctrico

Un fantasma televisado hecho de puntos
Habla con entonación de cohete que despega:
“Hermanos, el cielo sobre vuestras cabezas os contempla”...
La cámara da un giro,
Las mujeres y los hombres lloran,
El ciego puede ver,
Un lisiado lanza sus muletas.

Quisiera creer
y pienso un árbol
De hojas eternas;
Quisiera creer
y pienso
En la mujer que amo
Quisiera creer
y me abruma
El tumulto de todo lo visible.

Mi alma tiene agujeros sin tamaño.
Quisiera creer en esto, en aquello,
Llevar una vida ordenada
Ordenar los pensamientos,
Refugiarme en un sistema.

Anoche soñé un barco de hierro,
Macizo, rojo, rectangular.
Era absurdo que avanzara
Tan velozmente sobre el agua,

Así mi vida arrojada sobre el tiempo.

Cada mañana olvido un sueño,
Cada tarde un símbolo se oscurece.
Quisiera creer y aunque no crea

Una voz hechizada me sostiene.

martes, 26 de agosto de 2008


Somos cuatro

Sólo estoy, aquí conmigo.
Mi sombra se mira en el espejo y dice:
somos cuatro.

Es bueno estar en paz
Con los fantasmas, saber que esta noche
Es la mejor orilla del pasado
Y que nos hemos reunido finalmente
A salvo entre los libros.

Los recuerdos ronronean
Como el gato que fue todos los gatos
Y de nuevo devora al eterno ruiseñor.

Sabemos que mañana
La frágil tregua va a romperse
Y cada uno marchará por sus asuntos.
Las sombras promiscuas,
Fundidas en su vecindario de sombras.

El reflejo nadará por su universo paralelo
Emergiendo a tomar aire en cada espejo.

Y yo, el de éste lado
Disperso entre los actos, las palabras,
Los tumultos,
Sabré ocuparme
De salvar las apariencias.

sábado, 16 de agosto de 2008


La canción de las sirenas

Me pierde la canción que me desvela.
G. Quessep




Ulises se hizo atar al mástil de su nave
Para escuchar impune la canción de las sirenas

No soy Ulises
Pero estoy atado a un sueño,
A una promesa sin palabras.
Algo espera y llama,
¿Dónde?
No lo sé.
Oscuro es el destino.

En vano interrogo el fondo de mi taza de café.
Los signos ofrecen pronósticos ambiguos.
Veo un corazón desde su sombra,
Sujeto por una tensa cuerda
A una estrella que se aleja.
Veo unos ojos que me miran
Desde órbitas de piedra,
Una mujer que cierra una ventana.

No habré escuchado impune esa canción.

Estoy atado a una columna,
Me buscan flechas,
Susurros.
Frases de un idioma que no hablo,
Días y noches de resplandor naranja,
La ciudad donde soy un extranjero.


En suspenso bajo el cielo,
El tiempo me deslíe.
Las mujeres van y vienen,
Las promesas se olvidan.
Las canciones vuelven a inventarse
Con fragmentos cosidos una y otra vez,
Tomados del cielo, de la tierra.
Cantados por la voz de alguien
Que buscábamos como a tientas
Por un mercado bullicioso.

Y así voy por el mar, por las ciudades,
El exceso de criaturas me confunde.
Un temblor en el silencio me sujeta
A la cosa sin contornos que es mi vida.

No habré escuchado impune esa canción.